La empresa Autobuses de Córdoba Sociedad Anónima, cuyo único accionista es el ayuntamiento desde que fuera municipalizada en tiempo de Julio Anguita, hace ya algunas décadas, lleva años convertida en un problema cuando no debería serlo. Los autobuses urbanos no tienen la competencia que, en otras ciudades, suponen el metro o los trenes de cercanías. Tampoco sufre la competencia que pudiera hacerle en llamado metrotren, ni parece que vaya a sufrirlo en un futuro próximo porque el asunto está siendo evaluado por una comisión y ya se sabe que esas cosas tienen como principal característica resolver los asuntos de marras -caso de que lo hagan- con una lentitud desesperante. Tal y como están las cosas el metrotren que debería conectar el este y el oeste de la ciudad es algo que va para muy largo. Tampoco parece que sea un serio problema económico para las arcas municipales, si tenemos presente que las cuentas de 2016 se cerraron con un remanente de tesorería de veinte millones de euros.
En esas condiciones, si durante la anterior corporación el estado de la flota dejaba mucho que desear, se llegaron a incendiar algunos vehículos, dada su vejez y malas condiciones, lo que viene ocurriendo en el actual mandato no mejora la imagen de una empresa que es fundamental para el normal funcionamiento de la ciudad, incluido el tiempo de feria. Buena prueba de ello es que el año pasado se cerró con algo más de diecinueve millones de usuarios. Un volumen muy importante, pese a haber perdido algo más de doscientos mil con respecto a 2015, principalmente por la ejecución de obras en las calles mal programadas, como fue el caso de Capitulares.
Lo ocurrido durante la feria, que no ha sido otra cosa que una huelga en toda regla, aunque no estaba declarada oficialmente, ha generado muchos problemas a quienes deseaban ir hasta el apartado recinto ferial y eso se ha reflejado en un descontento generalizado. Se calcula que los usuarios que no han podido ser atendidos se elevan a unos ochenta mil. La cifra de damnificados es tan importante que, pese a la rueda de prensa dada por la edil de Promoción, basada en percepciones -puras impresiones sensoriales- sobre la buena marcha de la feria y que no han tardado en ser puestas en cuestión por los responsables de las asociaciones de casetas de feria, ha sido la alcaldesa quien ha tenido que salir, en el momento de presentar siete nuevos vehículos puestos en funcionamiento hace pocos días, haciendo un anuncio verdaderamente espectacular: en dos años, es decir los que le quedan al actual mandato municipal, la flota de Aucorsa contará con cuarenta nuevos vehículos. Dicho anuncio, en vista de que nada de ello se ha tratado en los consejos de administración de la empresa, según denuncian desde las filas del PP, tiene todas las trazas de ser una salida de emergencia con la que se pretende taponar los demoledores efectos de lo ocurrido durante los días de la feria y que al malestar ciudadano a lo que se suma la pésima imagen dada por la empresa. El anuncio de Ambrosio, caso de llevarse a cabo, resultaría extraordinariamente positivo, dada la vejez de muchos de los autobuses del transporte público cordobés. Pero pone de manifiesto, una vez más, que la improvisación es el elemento que preside la gestión del Ayuntamiento.
(Publicada en ABC Córdoba el 3 de junio de 2017 en esta dirección)